“Yo le di para adelante. Jugué, peleé, luché, entregué mil cosas a cambio de un poco de tranquilidad. De silencio para mí. Necesitaba sentirme egoísta, necesitaba que la gente entendiera que eso pretendía. Siempre fui de pensar en que todo lo que hiciera le podría hacer mal al de al lado. Pero llego un punto en mi vida en que comprendí que no podía vivir por ellos, como si yo fuera lo que ellos quisieran que fuera. Cuando miraba a los ojos de esos extraños hablándome y recomendándome qué hacer y cómo hacerlo bien, solo podía sentirme perdida entre mil palabras que nunca encontraban sentido, incluso estaba más perdida que antes. Dejé tanto por personas que nunca me devolverán ni una cuarta parte de mi. No les importó dejarme. No les importó lastimarme cuando sabían, podrían derrotarme. ¿Por qué debería importarme ahora? ¿Otra vez? Si bien mi corazón es fuerte, no puedo subestimar al mundo que lo rodea, hambriento de dolor, hambriento de nada. Y si me ha dicho que basta de heridas y lágrimas, es porque definitivamente esta historia no va más. El mundo puede ir acostumbrándose a una versión mucho más fría de mi.”
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