2012 ©Takingoutmyfreak. By: Antonella Bianchi.


“Estoy cansadísima de tener que, prácticamente, planear y hacer cosas a las escondidas por las prohibiciones que nos ponen. ¿Por qué simplemente no me dejan ser como yo quiero? ¿Por qué no nos dan la libertad de optar hacer lo que más queremos? ¿Por qué no se meten en sus asuntos y nos dejan hacer nuestra vida en paz? A veces los adultos se vuelven egoístas poniendo límites, prohibiéndonos cosas. No respetan nuestras decisiones, quizás locuras, pero locuras que al fin y al cabo nos hacen felices. No entienden que las demencias también forman parte de la adolescencia, que los excesos son necesarios, que quizás cometamos errores, pero que esos errores son necesarios para aprender. Que los fallos son útiles para llevarse lecciones. Impiden cosas, las vedan, nos las niegan, cuando ellos al pasar por nuestra edad hicieron exactamente lo mismo. ¿Egoísmo? A mi me parece que sí. Lo que no entienden es que cuanto más se empeñen en obstaculizarnos algo, más nos vamos a empeñar nosotros en hacerlo. Dicen que lo prohibido se vuelve tentador.” 

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