“Pasaste las noches echando de menos pasarlas conmigo. Y los días, y las horas, y querrás despertar a mi lado. Y la mayoría de las tardes, esas en las que hablábamos durante horas y no nos cansábamos. Creo que ni dormirás, me recordarás, y eso de llorar no lo veo muy tuyo, pero algún que otro “No puedo vivir sin ella” quizás saldrá de ti. Me buscarás entre la gente con la mirada sin darte cuenta. Lo harás, me verás, y se te inundarán los ojos. Obviamente que me echarás en falta, echarás en falta mi voz, mis susurros, y mis “Te amo” ¿Los recuerdas? Estás jodidamente perdido, y no digo que yo no lo esté. Tan sólo te pido que me recuerdes, que me recuerdes hasta el último de tus días. Cuando necesites aire, cuando te haga falta alguna que otra voz susurrante en tus oídos, cuando te haga falta una mirada que te diga te quiero sin necesidad de hablar, en cada noche, en cada día, en cada destello de luz que se colaba por los agujeros de la persiana y se reflejaba en tu cuerpo. Recuérdame en cada canción, en cada gesto. Recuérdame, o preferentemente búscame. Perdería mi orgullo por no perderte, aunque me reventara cada una de tus palabras sin sentido. Sí, seguro que lo perdería, no me lo pensaría dos veces. Dudo que jamás lo entiendas. Solo busco otra coartada para meterme entre tus sabanas.” ∆