2012 ©Takingoutmyfreak. By: Antonella Bianchi.

Decisiones.



“Cierta vez en un lejano pueblo una joven había tomado clases de ballet durante toda su infancia. Ella decía que era una gran bailarina, ella se sentía una gran bailarina, ella decía que iba a ser la primera bailarina de un famoso ballet. Y había llegado el momento en el que se sentía lista para entregarse a la disciplina que la ayudaría a convertir su hobbie, su afición en su profesión. Cierta vez un gran ballet llegó hasta ese lugar, ella fue a la función admirada, y cuando terminó llego hasta los camarines y habló con el director:
     Quisiera llegar a ser una gran bailarina, por eso le pido por favor que me pruebe.
— Bueno, dame una demostración.
Ella subió al escenario, comenzó a bailar y transcurridos apenas tres minutos aquél hombre le interrumpió moviendo la cabeza en señal de desaprobación.
     No señorita, no tiene usted condiciones.
La joven sintió que su corazón se desgarraba, llegó a su casa, arrojó las zapatillas de baile en el armario y no volvió a calzarlas nunca más. Al poco tiempo se casó, tuvo hijos, y cuando se hicieron un poco mayores tomo un empleo en un comercio del pueblo. Años después, muchos años después asistió a una función de un ballet que había llegado nuevamente a su pueblo, y a la salida se topó con el viejo director que ya contaba con unos ochenta años. Ella le recordó la charla que habían tenido años antes, cuando era una joven apenas. Le mostró fotografías de sus hijos, le comentó de su trabajo en aquél local del pueblo, y luego agregó:
     Hay algo que nunca he terminado de entender ¿Cómo pudo usted tan rápido que yo no tenía condiciones para bailar?
     Ah, sí, sí. Apenas la mire cuando usted bailó delante de mi le dije lo que siempre le digo a todas.
     Pero eso es imperdonable, arruinó mi vida, pude haber llegado a ser la primera bailarina.
     No lo creo, si hubieras tenido las dotes necesarias, una verdadera vocación para bailar no hubieras prestado ninguna atención a lo que yo dije.
Sin duda, nos pasa esto muchas veces en la vida. Decimos que queremos algo. Decimos que servimos para algo. Decimos que añoramos algo o alguien en especial. Decimos e insistimos en que servimos para tal y cual cosa. Y nos quedamos muchas veces en el decir. Una cosa es decir y otra cosa es hacer. Una cosa es decir que servimos para algo, y otra cosa es dejar nuestro accionar a la primera cuestión que está en contra o a prueba de lo que uno decía que era. Cuando uno dice lo que quiere y hace lo contrario, lo que uno quiere es lo que hace, no lo que dice. Hace en concordancia a lo que decís. Porque si te detenés en el primer obstáculo, nada de lo que decías era tan así. Nada de lo que pensabas, era verdad.”


Gracias hermano por dedicarme este texto, 
a veces necesitamos cosas así para reflexionar. 

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